Al momento de la batalla de Lepanto, el Imperio Otomano no había sufrido ninguna derrota significativa desde el siglo anterior. El Papa San Pío V se daba cuenta de que la Santa Liga necesitaba gran ayuda espiritual para esa batalla, por lo que solicitó a la Santa Liga y a todos los fieles que rezaran el Rosario pidiendo la intercesión de Nuestra Señora para obtener la victoria. La noche antes de la famosa batalla, los marineros rezaron el Rosario de rodillas.
El 7 de octubre de 1571, la flota cristiana fue a la batalla con un estandarte bendecido por el Papa. Hay evidencias que sugieren que también llevaban una imagen enviada al Rey de España desde México donde se veía la imagen milagrosa conocida como Nuestra Señora de Guadalupe.
La Santa Liga se enfrentó a la flota otomana desplegada en forma de medialuna, símbolo del Islam. Los barcos de la Liga se acomodaron en forma de cruz. Había, entre ambas fuerzas, más de cuatrocientas naves, una de las batallas navales más numerosas de la historia. Tras cinco horas de combate, la Santa Liga resultó victoriosa.
Las fuerzas que se enfrentaron fueron la Santa Liga, una coalición de estados católicos marítimos promovida por el Papa San Pío V y el Imperio Otomano, un imperio islámico establecido en Estambul. Los turcos trataban de expandir su influencia más allá del sureste europeo. De haber ganado la flota otomana, el Islam hubiera expandido su poderío dentro del continente europeo.
¿Dónde se produjo la batalla de Lepanto?
Se produjo en el Golfo de Patras, en la costa oeste de la península griega.
¿Qué importancia tuvo la batalla de Lepanto?
Debido a que el imperio otomano fue derrotado por la Santa Liga en la batalla de Lepanto, los turcos no avanzaron hacia Europa. Muchos historiadores consideran que esa batalla es de las más significativas de la historia.
“¿Saben qué dijo Nuestra Señora sobre el Rosario? Que el mundo cambiaría si todos lo rezaran… Si mi Madre me pide que lo rece, yo lo rezo.” – Madre Angélica
El Papa San Pío V sabía que la Virgen había intercedido por la Santa Liga, asegurándoles la victoria. De hecho, el 7 de octubre de 1571, fecha de la batalla de Lepanto, él vio a la Santísima Madre en una visión en la que le reveló la victoria.
Como ofrenda de agradecimiento, el Papa declaró ese día fiesta de Nuestra Señora de la Victoria, conocida más tarde como Nuestra Señora del Rosario.
María es la Reina Madre porque su Hijo es Cristo Rey. El rosario, según se le dio a Santo Domingo, es una meditación de los misterios del Rey encarnado, y por ende, también de los dolores y gozos de Su Madre. Así, María está tan profundamente unida al rosario que no puede pensarse en el rosario sin pensar en María.
En el siglo XIII, la Santísima Virgen se apareció en visiones a Santo Domingo y lo inspiró a crear el rosario tal como se lo conoce hoy.
“Siempre dejas el Rosario para más tarde y terminas no rezándolo porque te da sueño. Si no tienes otro momento, rézalo en la calle sin que nadie lo note. Te ayudará a tener la presencia de Dios.” – San Josemaría Escrivá
- Hacer la señal de la cruz: “En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén”.
- Rezar el Credo.
- Rezar un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.
- Decir el primer misterio. Si se puede, meditar brevemente el misterio. Luego se reza un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria. Si bien no es una oración formal del Rosario, se ha incorporado como una oración que se reza al terminar cada misterio la oración que la Virgen enseñó a los niños de Fátima en 1917 (está más abajo).
- Esto se repite en cada decena para cada uno de los misterios.
- Luego de los cinco misterios, se suele rezar la Salve; y alguna otra oración según la costumbre, aunque no son parte formal del Rosario y pueden no rezarse. [https://www.ewtn.com/es/catolicismo/devociones/oraciones-adicionales-20481]
- Hacer la señal de la cruz: “En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén”.
Oración de Fátima: "Oh Jesús mío, perdónanos nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al Cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Tu Misericordia. "
Como cualquier oración, el objetivo del Rosario es acercarnos al Señor. A diferencia de muchas oraciones “vocales”, el Rosario es, además, una meditación sobre el contenido de los misterios que se recitan.
En cuanto oración vocal, el Rosario tiene como objeto lo que toda oración vocal: adoración a Dios, contrición por los pecados, acción de gracias por los dones recibidos y súplica por uno mismo y por los demás. Por lo tanto, se puede ofrecer el Rosario por una y/o por todas esas intenciones. Muchos católicos rezan cada misterio por una intención diferente.
En cuanto meditación de los misterios, el Rosario ayuda perfectamente a alcanzar los fines mencionados. Al contemplar los misterios, se aprecian las razones que tenemos para adorar y dar gracias a Dios por lo que Es y por la grandeza de su Amor por nosotros. Vemos la iniquidad de nuestros pecados y la necesidad de arrepentirnos; y miramos a Jesús y María como modelos de la santidad a la que debemos aspirar para alcanzar la alegría y la gloria de la vida eterna junto a la Santísima Trinidad.
Así, el Rosario nos ayuda a profundizar nuestra fe, esperanza y caridad. Es la puerta que tenemos los fieles, como han atestiguado muchos santos, hacia una vida de oración más profunda y una mayor unión con Dios.
“El Rosario es la oración más maravillosa y la más rica en gracias; es la oración que más llega al Corazón de la Madre de Dios… Si quieren hogares en paz, recen el Rosario en familia.” – Papa San Pío X
Muchos no pueden meditar los misterios; sea porque no se sienten capaces de meditar o porque las distracciones son muy fuertes y no lo logran. A veces es difícil meditar cada misterio cuando se reza el rosario en comunidad, y las preocupaciones y el ruido de la vida en que vivimos, en especial con la tecnología y los dispositivos electrónicos, no ayudan.
Nada de eso debería impedir que recemos el Rosario ni que tratemos de meditar cada misterio. Aunque más no sea una simple meditación como imaginar la escena que enuncia el misterio; una guía o librito del Rosario meditado con las escrituras, por ejemplo, puede ayudar un poco. Con el tiempo, como con todos los hábitos, si se persevera, se vuelve más fácil.
La Iglesia celebra durante todo el año diferentes fiestas y tiempos litúrgicos para ayudar a recordar los misterios de la salvación. Los meses del año también están dedicados a diferentes aspectos de la fe, también para ayudar a tenerlos presente. Octubre es un mes dedicado al Santo Rosario; todo él es un resumen del Evangelio. El día 7 de octubre es el día en que se celebra la fiesta de Nuestra Señora del Rosario.
Si bien no es exhaustiva, esta lista detalla algunas de las dedicaciones de cada mes:
- Enero: El Santo Nombre de Jesús
- Febrero: La Pasión de nuestro Señor y la Sagrada Familia
- Marzo: San José
- Abril: La Santísima Eucaristía y el Espíritu Santo
- Mayo: La Santísima Virgen María
- Junio: El Sagrado Corazón de Jesús
- Julio: La Preciosísima Sangre de Cristo
- Agosto: El Inmaculado Corazón de María
- Septiembre: La Santa Cruz y Nuestra Señora de los Dolores
- Octubre: El Santísimo Rosario
- Noviembre: Las santas almas del Purgatorio
- Diciembre: La Inmaculada Concepción de María
“Vayan a la Madonna. ¡Ámenla! Recen siempre el Rosario. Récenlo bien. ¡Récenlo con la mayor frecuencia que puedan! Sean almas de oración. No se cansen nunca de rezar, eso es lo esencia. La oración mueve el Corazón de Dios, ¡obtiene las gracias necesarias!” – San Padre Pio
- Los que me sirven fielmente con el rezo del Rosario recibirán gracias especiales.
- Prometo mi especial protección y las mayores gracias a quienes recen el Rosario.
- El Rosario será una armadura poderosa contra el infierno. Destruirá los vicios, disminuirá los pecados y derrotará las herejías.
- Quien rece el Rosario crecerá en virtudes y buenas obras. Las almas obtendrán abundante misericordia de parte de Dios. El rezo del Rosario alejará los corazones de los hombres del amor del mundo y sus vanidades, y los elevará al deseo de las cosas eternas. Oh, qué almas se santificarán por esta vía.
- El alma que se encomienda a mí por el rezo del Rosario no perecerá.
- Quienes recen el Rosario con devoción, meditando sus sagrados misterios, no serán conquistados por la desgracia. En su justicia, Dios no los castigará; y la muerte no los encontrará desprevenidos, es decir que no morirán sin estar preparados para el cielo. Los pecadores se convertirán. Perseverarán en la gracia y llegarán a ser dignos de la vida eterna.
- Quienes tengan una verdadera devoción por el Rosario no morirán sin haber recibido los sacramentos de la Iglesia.
- Quienes recen el Rosario con fe tendrán la luz de Dios y la plenitud de sus gracias en la vida y en la hora de su muerte, cuando participarán de los méritos de los santos en el paraíso.
- Yo liberaré del purgatorio a quienes se hayan dedicado a rezar el Rosario con devoción.
- Los hijos fieles del Rosario se harán merecedores de un alto grado de Gloria en el cielo.
- Por el rezo del Rosario, obtendrán todo lo que me pidan.
- Quienes propaguen el santo Rosario recibirán mi ayuda en sus necesidades.
- De mi Divino Hijo he conseguido que todos los devotos del Rosario cuenten con la corte celestial complete como sus intercesores durante su vida y a la hora de su muerte.
- Todos los que recen el Rosario son mis hijos amados y los hermanos y hermanas de mi único Hijo, Jesucristo.
- La devoción a mi Rosario es un gran signo de predestinación.
Según la tradición, la Santísima Madre dio estas promesas a Santo Domingo y al Beato Alan de la Roche.
Estas promesas son difundidas por la Confraternidad del Rosario, una asociación de personas de todo el mundo que se dedican a rezar los quince misterios del Rosario cada semana: los Misterios gozosos, dolorosos y gloriosos; y también animan a rezar los Misterios luminosos, aunque no es requisito. Existen algunas indulgencias plenarias y parciales asociadas a la pertenencia a la Confraternidad. Por último, como los miembros rezan por las intenciones del resto de la sociedad, esto significa que cada uno de ellos recibe y comparte cientos de miles de oraciones todos los días.
El Avemaría hunde sus raíces en la Escritura y es también una respuesta de la Iglesia al misterio de la Encarnación y la Redención, así como al papel que jugó la Santísima Madre de nuestro Señor en la redención (cf. Jn 2,3).
En Lucas 1,28, el arcángel San Gabriel Saluda a María con las palabras “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”.
En Lucas 1,42, Santa Isabel saludó a María con estas palabras: “Bendita tú eres entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno”.
“Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte.”
A diferencia de lo que sucede con la Sagrada Comunión, que solo está reservada para los católicos, el Rosario es una devoción para cualquiera. De hecho, como es una meditación sobre el Evangelio, muchas personas que no son católicos disfrutan meditar sobre la vida de Jesús con esta práctica, que fue popularizada por libros como el del pastor metodista J. Neville Ward “Five for Sorrow, Ten for Joy” (que podría traducirse por: “Cinco sobre el dolor, diez sobre la alegría”).
