Así es, pero solamente porque se celebra la solemnidad de María, Madre de Dios, en el calendario litúrgico de la Iglesia. En muchos calendarios civiles, donde se adoptó el calendario gregoriano, también es día feriado el día de Año Nuevo
¿Por qué se dice que María es Madre de Dios?
El Catecismo de la Iglesia Católica, en su número 495, nos enseña:
Llamada en los Evangelios "la Madre de Jesús", María es aclamada bajo el impulso del Espíritu como "la madre de mi Señor" desde antes del nacimiento de su hijo. En efecto, aquél que ella concibió como hombre, por obra del Espíritu Santo, y que se ha hecho verdaderamente su Hijo según la carne, no es otro que el Hijo eterno del Padre, la segunda persona de la Santísima Trinidad. La Iglesia confiesa que María es verdaderamente Madre de Dios [Theotokos].
Esto fue en el año 431 durante el Concilio de Éfeso.
¿Cuándo decidió la Iglesia que María era la Madre de Dios?
Los Evangelios nos enseñan que Aquel a quien llamamos Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre (Jn 1,14). San Juan nos dice que “la Palabra se hizo carne y puso su Morada entre nosotros” (Jn 1,14) y lo mismo con la Iglesia. San Ignacio de Antioquía, camino de su martirio en Roma en el año 107, insistía a los efesios:
“Porque nuestro Dios, Jesucristo, ha sido llevado en el seno de María, según la economía divina, nacido ‘del linaje de David’ y del Espíritu Santo. (Carta de San Ignacio de Antioquía a los efesios, 18)
Como sucedió con la mayoría de los dogmas de la Iglesia, el tema ya está presente en la Revelación, luego ingresa en la enseñanza de la Iglesia, pero se convierte en dogma solamente cuando presenta seria oposición o algún error en su expresión. En este caso, el Concilio de Éfeso, declaró el dogma en el año 431 para zanjar la controversia cristológica iniciada por Nestorio.
"De ninguna forma honramos más a Jesús que cuando honramos a Su Madre, y cuando la honramos a ella simple y únicamente para honrarlo a Él, tanto más perfecto el gesto. Recurrimos a ella con el solo propósito de llegar a quien buscamos: Jesús, su Hijo.” - San Luis María de Montfort
La palabra griega Theotokos usada por el Concilio de Éfeso significa “que dio a luz a Dios”. En el período precedente al Concilio del año 431, Nestorio, Arzobispo de Constantinopla, sostenía la teoría de la María era solamente madre de Cristo, Christotokos (más literalmente “la que dio a luz a Cristo”). Esto implicaba que Jesús podía estar dividido, y así, María era madre de Cristo en cuanto hombre, pero no madre de la Persona Divina que se había hecho hombre. El Concilio rechazó esta noción y declaró a María la Theotokos, es decir, la que dio a luz a Dios”, y no solo Christotokos.
La palabra griega Theotokos usada por el Concilio de Éfeso significa “que dio a luz a Dios”. En el período precedente al Concilio del año 431, Nestorio, Arzobispo de Constantinopla, sostenía la teoría de la María era solamente madre de Cristo, Christotokos (más literalmente “la que dio a luz a Cristo”). Esto implicaba que Jesús podía estar dividido, y así, María era madre de Cristo en cuanto hombre, pero no madre de la Persona Divina que se había hecho hombre. El Concilio rechazó esta noción y declaró a María la Theotokos, es decir, la que dio a luz a Dios”, y no solo Christotokos.
- María es la Madre de Dios (Concilio de Éfeso, 431).
- Fue concebida sin pecado original (Ineffabilis Deus, 1854).
- Fue virgin toda su vida (Concilio Laterano, 649).
- Fue asunta al Cielo (Munificentissimus Deus, 1950).
“Nunca teman amar demasiado a la Santísima Virgen. No hay forma de que la amen más de lo que la amó Jesús.” - San Maximiliano Kolbe
Sin embargo, la palabra adorar, en varios idiomas, puede prestarse a confusión. En Gran Bretaña, por ejemplo, para referirse a personajes importantes, se usa la palabra worship (adorar) con el significado de reverenciar u honrar a esa persona debido a la dignidad de su cargo. David honró a Saúl de esa forma, por ejemplo, porque Dios lo había hecho rey de Israel. Esa adoración es derivada, tiene origen en el Padre, como enseña San Pablo (Ef 3,14-15), análoga a la que el Decálogo manda tener hacia los padres (Dt 5,16).
Lamentablemente, hay idiomas en que no se registran palabras de la sutileza que aporta el latín, idioma que usa la Iglesia. El término teológico de la Iglesia es dulía, derivado de la palabra latina que se refiere a ceremonia. Es la reverencia y el respeto que se debe a todos los siervos fieles de Dios (Mt 24,21-23), a los ángeles y los santos que Dios mismo honra con coronas de gloria (Prov 16,31; 1 Tim 4,8; 1 Pe 5,4; Ap 4,4). Los honramos y nos unimos a ellos en la honra a Dios, fuente de toda santidad (Ap. 4,9-11).
Sin embargo, María no es una entre los demás santos. Ella es la Theotokos, la que dio a luz a Dios, la Madre de Dios (Lc 1,43; Concilio de Éfeso, “Contra Nestorio”). Ella es la verdadera Arca de la Alianza que llevó la Palabra misma, el Pan del Cielo, el Buen Pastor (Heb 9,3-5; Ap 11,19-12,1). El Arcángel la llamó la “llena de gracia” (Lc 1,28) e Isabel, movida por el Espíritu Santo, la llamó “bendita entre las mujeres” (Lc 1,42).
Por todas esas razones y más aún, la Iglesia rinde a María un honor superior al que se les da a santos y ángeles, llamado hiperdulía, o el mayor honor. Pero no es adoración, latría, que hacemos solamente al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
La oración del Avemaría está arraigada en la Escritura, y es también una respuesta de la Iglesia al misterio de la Encarnación y la Redención y el rol de la Santísima Madre de Nuestro Señor (cf. Jn 2,3)
En Lucas 1,28, San Gabriel saluda a María con las palabras “Alégrate, llena de gracias, el Señor está contigo”.
En Lucas 1,42, Santa Isabel expresa estas palabras a María: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno”.
La última oración del Avemaría (“Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte”) nos recuerda que María es la madre de la Segunda Persona de la Trinidad hecha Hombre, y luego se le pide que rece por nosotros.
No hay ningún elemento en el Avemaría que sugiera que la adoremos ni que ella pueda hacer nada sin el permiso o la ayuda de Dios. El hecho de que le pidamos a ella que rece por nosotros significa que María debe pedir a Dios que nos ayude. Ella no es una diosa que deba ser adorada; ella es una madre que debe ser amada.
Hay 10 días de precepto para la Iglesia universal. Sin embargo, las Conferencias Episcopales pueden decidir no celebrar alguno o moverlo a un domingo, con aprobación de la Sede Apostólica (Roma).
- Santa María Madre de Dios, 1° de enero
- Epifanía, 6 de enero (el domingo siguiente en algunas diócesis)
- San José, 19 de marzo
- Ascensión de Jesús a los Cielos, el jueves 40 días después de la Pascua (ese domingo en algunas diócesis)
- Corpus Christi, jueves después del domingo de la Santísima Trinidad (el domingo siguiente a la Santísima Trinidad en algunas diócesis)
- Asunción de la Virgen a los Cielos, 15 de agosto
- Apóstoles San Pedro y San Pablo
- Todos los Santos, 1° de noviembre
- Inmaculada Concepción, 8 de diciembre
- Natividad de Nuestro Señor Jesucristo, 25 de diciembre