San Gabriel le anunció: “Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios” (Lucas 1,36-37).
Después de que María se enteró de que su prima estaba embarazada, partió inmediatamente a visitarla. Durante muchos años, las mujeres se apoyaron en la ayuda de sus familias y comunidades para las necesidades de los embarazos y partos. Como mujer ya entrada en años, Santa Isabel necesitaría particular asistencia durante ese tiempo
Tiene, además, una connotación espiritual importante el tiempo que pasaron estas dos mujeres juntas: la madre del Salvador y la madre de Su precursor. Según el relato del Evangelio de San Lucas, ellas mismas comprendieron y apreciaron lo que eso significaba (Lc 1,41-56).
San Lucas nos indica que Isabel era pariente (syngenis) de María. Algunos escritores de los primeros siglos pensaban que eran primas, de madres hermanas, pero la Escritura no nos da ese detalle. Isabel, como su esposo, pertenecía a una familia sacerdotal (Lc 1,5). Eso indica que María también era “descendiente de Aarón”. Sea cual fuere el grado de parentesco, la cercanía en la relación se manifiesta en la familiaridad que muestran ambas mujeres entre sí.
¿Cuántos meses de embarazo tenia Isabel cuando María la visitó?
En palabras del ángel Gabriel, Isabel estaba de seis meses de embarazo.
“Y su Magníficat, a distancia de siglos y milenios, sigue siendo la más auténtica y profunda interpretación de la historia, mientras que las lecturas hechas por tantos sabios de este mundo han sido desmentidas por los hechos a lo largo de los siglos.” - Papa Benedicto XVI
Isabel vivía en Judea con su esposo Zacarías, un sacerdote que servía regularmente en el Templo (Lc 1,5). Según la Tradición, ellos vivían en Ain Karem, cerca de Jerusalén. La Iglesia de la Visitación conmemora ese lugar hoy en día.
El viaje seguramente fue difícil. Los judíos evitaban atravesar Samaría, que era la ruta directa desde Nazaret. Por eso, es probable que María cruzara el Valle del Jordán, siguiera el río de Sur a Norte hasta el Mar Muerto y luego subiera a Jerusalén, una trepada de unos 950 metros y una distancia de unos 45 kilómetros. Actualmente, ese viaje es de unos 170 kilómetros.
Si bien se sabe que no podría haber hecho ese viaje sola sino acompañada de parientes y otros peregrinos de Nazaret, algunos autores sugieren que José seguramente la acompañaría para protegerla y cuidar de ella. Sin embargo, las Escrituras no mencionan nada de eso.
En Lucas 1,42-45, leemos que Isabel exclamó:
“Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!”
El Catecismo de la Iglesia Católica, en su párrafo 495, afirma: “Llamada en los Evangelios ‘la Madre de Jesús’, María es aclamada bajo el impulso del Espíritu como ‘la madre de mi Señor’ desde antes del nacimiento de su hijo.” Si bien no sabemos cuál fue la palabra en arameo que usó Isabel en su saludo, San Lucas utiliza la palabra griega kurios, que es el término con que los rabinos traducían al griego el nombre para referirse a Dios, YHWH (Yo Soy). Así, Isabel no solamente identifica a Jesús como Dios sino a María como la Madre de Dios.
“Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo” (Lc. 1,41). Esto se interpreta como la justificación de San Juan en el vientre de su madre. No sería extraño que el Precursor del Mesías recibiera un privilegio de gracia, en especial a la luz de la fe de la Iglesia en la concepción inmaculada de la Madre del Redentor.
¿Por qué permaneció María tres meses con Isabel?
María se quedó con Isabel para ayudarla en el último trimestre del embarazo y seguramente durante el parto. Al ser Isabel una mujer ya entrada en años, ese último tiempo y el parto habrán sido especialmente difíciles para ella (otro milagro).
“Imitemos su ejemplo de disponibilidad y generosidad para servir a los hermanos. En efecto, sólo acogiendo el amor de Dios y haciendo de nuestra existencia un servicio desinteresado y generoso al prójimo podremos elevar con alegría un cántico de alabanza al Señor.” - Papa Benedicto XVI
En Lucas 1,5-25, leemos acerca del padre de Juan el Bautista:
Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote, llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una mujer descendiente de Aarón, que se llamaba Isabel; los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin tacha en todos los mandamientos y preceptos del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos de avanzada edad.
Sucedió que, mientras oficiaba delante de Dios, en el turno de su grupo, le tocó en suerte, según el uso del servicio sacerdotal, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso. Toda la multitud del pueblo estaba fuera en oración, a la hora del incienso. Se le apareció el Ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. Al verle Zacarías, se turbó, y el temor se apoderó de él.
El ángel le dijo: “No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Juan.
será para ti gozo y alegría,
y muchos se gozarán en su nacimiento;
porque será grande ante el Señor,
no beberá vino ni licor,
estará lleno de Espíritu Santo,
ya desde el seno de su madre.
y a muchos de los hijos de Israel, les convertirá al Señor su Dios,
e irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías,
para hacer volver los corazones de los padres a los hijos,
y a los rebeldes a la prudencia de los justos,
para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.”
Zacarías dijo al ángel: “¿En qué lo conoceré? Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en edad.” El ángel le respondió:
“Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena nueva. Mira, te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, porque no diste crédito a mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo.”
El pueblo estaba esperando a Zacarías y se extrañaban de su demora en el Santuario. Cuando salió, no podía hablarles, y comprendieron que había tenido una visión en el Santuario; les hablaba por señas, y permaneció mudo. Y sucedió que cuando se cumplieron los días de su servicio, se fue a su casa.
Días después, concibió su mujer Isabel; y se mantuvo oculta durante cinco meses diciendo: “Esto es lo que ha hecho por mí el Señor en los días en que se dignó quitar mi oprobio entre los hombres.”
“Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava…».” - Lucas 1,46-48
Después de que el ángel se apareciera a Zacarías, el padre del Bautista quedó mudo en castigo por no haber creído, y así permaneció durante todo el embarazo de Isabel.
El Evangelio de San Lucas (1,57-66,80), nos lo relata:
Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella. Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, pero su madre, tomando la palabra, dijo: «No; se ha de llamar Juan.» Le decían: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre.» Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. El pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Y todos quedaron admirados. Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios. Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: «Pues ¿qué será este niño?» Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él.
…El niño crecía y su espíritu se fortalecía; vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel.
¿Qué edad tenían Zacarías e Isabel cuando nació Juan el Bautista?
San Lucas registra vagamente que ambos eran “de avanzada edad” (Lc 1,7; 1,18) o que estaban en la vejez (Lc 1,36). Eso sugiere que probablemente tendrían al menos unos 50 años.
En el Evangelio de San Lucas, leemos que Zacarías, lleno del Espíritu Santo, alabó a Dios (Lc 1,68-75) y profetizó sobre su hijo (Lc 1:76-79),
Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo;
pues irás delante del Señor para preparar sus caminos,
y dar a su pueblo conocimiento de salvación
por el perdón de sus pecados,
por las entrañas de misericordia de nuestro Dios,
que harán que nos visite una Luz de la altura,
a fin de iluminar a los que habitan en tinieblas y sombras de muerte,
y guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
¿Cómo fue concebido Juan el Bautista?
Juan el Bautista fue concebido como cualquier persona. Lo milagroso de su concepción fue el hecho de que su madre, Isabel, ya había superado la edad fértil y además no había podido concebir ni siquiera en su juventud.
¿Cuándo nació Juan el Bautista?
San Juan el Bautista nació seis meses antes de Jesús. Los estudiosos no se ponen de acuerdo respecto del año exacto del nacimiento del Señor, pero seguramente se produjo entre el año 6 y el año 4 A.C.; aunque también pudo ser hasta el año 1 A.C. Los errores en la unificación de calendarios y la fijación de fechas de sucesos de la antigüedad –dado que la datación a partir del nacimiento de Cristo fue adoptada en el año 525 después de Cristo- apuntan a la probabilidad de que Jesús haya nacido en la era precristiana y no en el año 1 D.C.
Un cántico (canto) es un himno con textos escriturales. Hay diez textos identificados como cánticos en las Escrituras, tres de los cuales se usan diariamente en la Iglesia en el rezo de la Liturgia de las Horas: el Benedictus de Zacarías (Lc 1,68-79), el Magnificat de Nuestra Señora (Lc 1,46-55) y el Nunc Dimittis de Simeón (Lc 2,29-32).
¿Cómo se llama el cántico de alabanza a Dios que hace María?
Ese hermosísimo himno que San Lucas ofrece en su capítulo 1, versículos 46 al 55 se llama Magnificat.
¿Qué significa “Magnificat”?
Magnificat es una palabra latina que significa “engrandece”. Está tomada de la primera palabra en latín del Evangelio de San Lucas (Lc 1,46) del cántico de María: “Magnificat anima mea Dominum (Engrandece mi alma al Señor). La Iglesia reza el Magnificat todos los días en la oración de las Vísperas, que es la oración de la Liturgia de las Horas que se reza de noche.
“Engrandece mi alma al Señor,
y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador,
porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava,
por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada,
porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso,
Santo es su nombre.
y su misericordia alcanza de generación en generación
a los que le temen.
Desplegó la fuerza de su brazo,
dispersó a los que son soberbios en su propio corazón.
Derribó a los potentados de sus tronos
y exaltó a los humildes.
A los hambrientos colmó de bienes,
y despidió a los ricos sin nada.
Acogió a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
- como había anunciado a nuestros padres –
en favor de Abraham y de su linaje por los siglos.”
Las raíces del Avemaría se hunden en las Escrituras, pero la oración es también una respuesta de la Iglesia al misterio de la Encarnación y la Redención, y el papel que juega en esos acontecimientos la Santísima Madre de nuestro Señor (cf. Jn 2,3).
En Lucas 1,28, San Gabriel saluda a María con las palabras: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”.
En Lucas 1,42, Santa Isabel dice a María lo siguiente: “Bendita tú entre las mujeres y bandito el fruto de tu seno”.
“Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno” - Lucas 1,41-42
El Antiguo Testamento está lleno de figuras, personas y objetos que son importantes para la Alianza de Moisés o Antigua Alianza, pero que preparan eficazmente y prefiguran el perfecto cumplimiento de alguna realidad espiritual de la Nueva Alianza o la Alianza cristiana.
Por eso, mientras que el Arca histórica de la Alianza, considerada sagrada, llevaba la Palabra de Dios, contenida en las Tablas de la Ley, y ocupaba el Santo de los Santos del Templo; así María es la verdadera Arca de la Alianza. Ella llevó a la Palabra misma, al Pan del Cielo, al Buen Pastor (Heb 9,3-5; Ap 11,19-12,1).
“María, en quien va a habitar el Señor, es en persona la hija de Sión, el Arca de la Alianza, el lugar donde reside la Gloria del Señor” (Catecismo de la Iglesia Católica,2676).
Vemos, entonces, que el Antiguo Testamento respecto del Arca de la Alianza (2 Samuel) y el Nuevo Testamento respecto de la Santísima Madre (San Lucas) usan un lenguaje casi idéntico.
“Aquel día, David tuvo miedo de Yahveh y dijo: «¿Cómo voy a llevar a mi casa el arca de Yahveh»?” (2 Samuel 6,9).
[Isabel exclamó:] “y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?” (Lc 1,43).
“Mical … vio al rey David saltando y girando ante Yahveh” (2 Samuel 6,16).
And when Elizabeth heard the greeting of Mary, the babe leaped in her womb. - Luke 1:41
El arca de Yahveh estuvo en casa de Obededom de Gat tres meses” (2 Samuel 6,11).
“María permaneció con ella unos tres meses” (Lc 1,56).
San Juan, en el libro del Apocalipsis, también revela la conexión que existe entre el Arca y la Santísima Virgen al afirmar:
“Y se abrió el Santuario de Dios en el cielo, y apareció el arca de su alianza en el Santuario, y se produjeron relámpagos, y fragor, y truenos, y temblor de tierra y fuerte granizada. Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza” (Ap 11,19-12,1).