Los ángeles, mencionados a lo largo del Antiguo y Nuevo Testamento de la Biblia, están tan presentes como los seres humanos. El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña (CIC 328):
“La existencia de seres espirituales, no corporales, que la sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe. El testimonio de la Escritura es tan claro como la unanimidad de la Tradición.”
Los ángeles de la guarda son ángeles que tienen el encargo especial de ayudar a los seres humanos durante toda su vida, desde su nacimiento hasta su muerte.
El Catecismo de la Iglesia católica afirma (CIC 350):
Los ángeles son criaturas espirituales que glorifican a Dios sin cesar y que sirven sus designios salvíficos con las otras criaturas: "Los ángeles cooperan en toda obra buena que hacemos" (Santo Tomás de Aquino).
“Cuando se celebra una Misa, el santuario se llena de incontables ángeles que adoran a la Víctima Divina inmolada en el altar.” – – San Juan Crisóstomo
Todos los ángeles están en la presencia de la visión beatífica, adorando a Dios. En el Evangelio de San Mateo, Jesús expresa: “Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos”.
Además, los ángeles guardianes nos ayudan durante toda nuestra vida. Así lo afirma el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC 336):
Desde su comienzo hasta la muerte, la vida humana está rodeada de su custodia y de su intercesión. "Nadie podrá negar que cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducir su vida" (San Basilio Magno). Desde esta tierra, la vida cristiana participa, por la fe, en la sociedad bienaventurada de los ángeles y de los hombres, unidos en Dios.
Los ángeles nos ayudan de varias maneras, como por ejemplo, protegiéndonos del peligro físico. Pero más importante es su ayuda respecto del pecado. San Juan Bosco dijo: “Cuando os veáis tentados, invocad a su ángel. Él está más ansioso en ayudaros que vosotros en ser ayudados. Ignorad al demonio, no le temáis: él tiembla y huye cuando ve a vuestro ángel de la guarda”.
También nos ayudan al final de nuestra vida. San Alfonso de Ligorio decía: “Los poderes del infierno vendrán a atacar a un cristiano en su lecho de muerte; pero su ángel guardián vendrá a consolarlo. Sus patronos, y San Miguel, que ha sido asignado por Dios para defender a los fieles servidores en su combate final contra los demonios, vendrán en su ayuda”.
Si bien no sabemos cuántos son, sabemos que la cantidad sobrepasa en mucho un número abarcable. En Hebreos 12,22, leemos que hay “miríadas de ángeles”; en Apocalipsis 5,11 se indica que son “miríadas de miríadas y millares de millares”; y en Ap 12,4, San Juan compara la cantidad de ángeles con las estrellas, indicando que una tercera parte fue arrojada debido a su rebelión. Vemos, entonces, que no se puede conocer el número de los ángeles que existen pero es muy probable que sean muchos más que la cantidad de seres humanos que haya existido en toda la historia, que hoy en día se estima en más de 100 mil millones, y sigue en aumento.
“Invoca a tu ángel guardián para que te illumine y te guíe. Es para eso que Dios te lo ha dado. Entonces, ¡úsalo!” – San Padre Pío
Los ángeles están mencionados muchas veces a lo largo de la Biblia. El Catecismo afirma (CIC 332-333):
Desde la creación y a lo largo de toda la historia de la salvación, los encontramos, anunciando de lejos o de cerca, esa salvación y sirviendo al designio divino de su realización: cierran el paraíso terrenal, protegen a Lot, salvan a Agar y a su hijo, detienen la mano de Abraham, la ley es comunicada por su ministerio, conducen el pueblo de Dios, anuncian nacimientos y vocaciones, asisten a los profetas, por no citar más que algunos ejemplos. Finalmente, el ángel Gabriel anuncia el nacimiento del Precursor y el del mismo Jesús.
De la Encarnación a la Ascensión, la vida del Verbo encarnado está rodeada de la adoración y del servicio de los ángeles. Cuando Dios introduce «a su Primogénito en el mundo, dice: "adórenle todos los ángeles de Dios"». Su cántico de alabanza en el nacimiento de Cristo no ha cesado de resonar en la alabanza de la Iglesia: "Gloria a Dios...". Protegen la infancia de Jesús, le sirven en el desierto, lo reconfortan en la agonía, cuando Él habría podido ser salvado por ellos de la mano de sus enemigos como en otro tiempo Israel. Son también los ángeles quienes "evangelizan" anunciando la Buena Nueva de la Encarnación (cf Lc 2, 8-14), y de la Resurrección de Cristo. Con ocasión de la segunda venida de Cristo, anunciada por los ángeles, éstos estarán presentes al servicio del juicio del Señor.
¿Cuántos ángeles guardianes se puede tener?
La Iglesia Católica enseña que cada persona tiene un ángel asignado al momento del nacimiento. San Basilio Magno dijo: “Al lado de cada creyente hay un ángel como protector y pastor que lo lleva a la vida”. Algunos han afirmado que los sacerdotes y quizás otras personas en puestos importantes tienen un segundo ángel, pero esto no es lo que enseña la Iglesia.
Las diferentes colectividades de personas cuentan, también, con ángeles de la guarda; por lo que, indirectamente, los ángeles de la colectividad de una persona son también ángeles de ella. San Miguel, por ejemplo, es el ángel de Israel (Daniel 12,1) y a quien también la Iglesia reconoce como protector de la Iglesia. En Fátima, el ángel que se apareció a los niños en 1916 se identificó como el guardián de su país, “el ángel de Portugal”. Se cree, entonces, que cada país tiene su ángel de la guarda. En la fiesta de los ángeles guardianes, podemos honrar no solo a nuestro ángel personal sino al de nuestro país o nuestra colectividad.
“Familiarízate con los ángeles y contémplalos con frecuencia en el espíritu; ya que, sin ser vistos, están presentes a tu lado.”– San Francisco de Sales
Por su naturaleza espiritual, los ángeles no son visibles a los ojos humanos. Sin embargo, en el libro del Génesis, capítulo 18, y en el libro de Tobías, leemos que a veces, con el permiso de Dios, pueden dejarse ver con forma humana. Así, algunos santos como el Padre Pio y Gemma Galgani tuvieron el privilegio de ver a sus ángeles y hablarles.
De cualquier modo, eso no es algo que debe buscarse ya que los ángeles caídos también pueden hacerse visibles, sea para tentar a las almas santas o para asustarlas o bien azuzar su curiosidad para someterlas (2 Cor 11,14). Como con todo fenómeno espiritual, la doctrina de la Iglesia prohíbe su recurso (CIC 2115-2117).
¿Cómo puedo comunicarme con mi ángel de la guarda?
Se puede rezar al ángel de la guarda, así como se puede rezar a cualquier santo. Es importante notar que este no es un acto de adoración sino de honor debido a los ministros de Dios enviados para servir a nuestra salvación (Heb 1,14).
La Escritura, de hecho, muestra que la oración a Dios da frutos por la mediación y ayuda de los ángeles; sea en la oración de Abraham por Sodoma –que al final sucumbe por la obstinación de los hombres en el pecado- o el pedido de sanación de Tobías, que resultó en el envío de San Rafael para ayudar a él y su familia. La mediación de San Rafael para hacer cumplir la voluntad divina se muestra de manera directa, inmediata y personal. También se muestra el papel de intercesor de San Rafael cuando él mismo se revela:
“Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están siempre presentes y tienen entrada a la Gloria del Señor” (Tobías 12,15).
Esta función intercesora se muestra claramente en el Nuevo Testamento, en el Apocalipsis (Ap 8,3-4).
Otro Ángel vino y se puso junto al altar con un badil de oro. Se le dieron muchos perfumes para que, con las oraciones de todos los santos, los ofreciera sobre el altar de oro colocado delante del trono. Y por mano del Ángel subió delante de Dios la humareda de los perfumes con las oraciones de los santos.
Siguiendo la Escritura y la Tradición, los papas y los santos han alentado a los cristianos a buscar la ayuda de sus ángeles a través de la oración. Como expresó San Bernardo de Claraval: “Debemos mostrar afecto por los ángeles porque un día seremos coherederos con ellos, así como aquí abajo son nuestros guardianes y garantes nombrados y dispuestos para nosotros por el Padre”.
Sí, puede rezarse al propio ángel y al ángel de otra persona. A menudo, la gente pide la intercesión de los ángeles guardianes de los niños. En su Diario del alma, el Papa San Juan XXIII nos cuenta que cuando tenía alguna reunión, solía enviar a su ángel antes para que conversara con el ángel de la persona con quien iba a reunirse. Y lo hacía especialmente si se trataba de una reunión importante o si preveía que iba a ser difícil. Muchos otros santos hicieron lo mismo; o bien, como San Josemaría Escrivá, saludaban al ángel de la persona a la que se debía dirigir, además de a la propia persona.
¿Cómo es la oración al ángel de la guarda?
Existen varias oraciones al ángel de la guarda:
Ángel de Dios, bajo cuya custodia,
me puso el Señor con amorosa piedad,
a mí que soy vuestro encomendado,
alumbradme hoy, guardadme, regidme y gobernadme.
Amén.
Los ángeles, como espíritus puros, tienen una fuerza de voluntad y una capacidad intelectual mayor que el que tienen los seres humanos. El Catecismo afirma:
Con todo su ser, los ángeles son servidores y mensajeros de Dios. Porque contemplan "constantemente el rostro de mi Padre que está en los cielos", son "agentes de sus órdenes, atentos a la voz de su palabra".
En tanto que criaturas puramente espirituales, tienen inteligencia y voluntad: son criaturas personales e inmortales. Superan en perfección a todas las criaturas visibles. El resplandor de su gloria da testimonio de ello.
Por eso, no debe tomárselos a la ligera, ni a los buenos ni a los malos. Los poderes de la naturaleza angelical de los ángeles malos, aunque heridos por la caída, es muy superior a la de las personas. Razón de más para seguir sin cuestionamientos las orientaciones de la Iglesia en esos asuntos.
“¡Qué felicidad tiene el ángel guardián que acompaña a un alma a la Santa Misa!” – San Juan María Vianney
Por ser creaturas espirituales, no físicas, no necesitan dormir; por lo tanto, no duermen.
¿Los ángeles tienen nombre?
Las Sagradas Escrituras nos señalan el nombre de tres ángeles del coro de tercera jerarquía de orden medio, los arcángeles. Sus nombres sugieren algo sobre su esencia en relación con Dios y con su misión angelical. Así, Miguel es “quién como Dios”, Gabriel es “Dios es mi fuerza” y Rafael es “Dios sana”. Es probable, entonces, suponer que todos los ángeles tengan nombres que reflejen “quiénes son”.
La Iglesia prohíbe preguntar al propio ángel su nombre. Las razones son tres: el proceso de discernimiento que hace la Iglesia sobre las revelaciones privadas es muy largo. ¿Quién daría por auténtica la revelación privada de ese nombre? El ángel custodio no violaría nunca la voluntad de Dios ni el pensamiento de la Iglesia. ¿Algún espíritu lo haría? Por último, ¿aué garantías pueden tenerse sobre la calidad de un ángel que acudiera a responder? Mejor es no arriesgarse a preguntar.
En cuanto a dar nombre al ángel custodio, con nombrarlo claramente y sin equívocos (“Santo Ángel de la Guarda” o “Ángel Custodio” o “Ángel de Dios” o “Mi Santo Ángel” o con alguna frase similar), el ángel que responderá será el Santo Ángel asignado por Dios para la custodia de quien lo invoca. Proceder de otra forma no sería fruto de una piedad auténtica, como indica el “Directorio sobre la piedad popular y la Liturgia” de la Iglesia Católica en su número 217:
“También hay que rechazar el uso de dar a los Ángeles nombres particulares, excepto Miguel, Gabriel y Rafael, que aparecen en la Escritura.”
Santo Tomás de Aquino nos dio la siguiente lista jerárquica de los nueve coros angélicos, usando los nombres tradicionales del hebreo y del griego recibidos de la versión latina de la Biblia traducida por San Jerónimo.
- Serafines (Is 6,2, 6, seraphin)
- Querubines ((Gn 3,24, Heb 9,5, cherubin)
- Tronos (Col 1,16, throni)
- Dominaciones (Col 1,16, Ef 1,21, dominationem)
- Virtudes ((Ef 1,21, virtutem)
- Potestades (Rom 8,38, Ef 1,21, potestatem)
- Principados (Col 1,16, Ef 1,21, principatum)
- Arcángeles (Ap 12,7, Judas 9, archangelus)
- Angeles (hay más de 300 referencias, angelus)